Entre los numerosos soberanos bávaros de la Casa de Wittelsbach estudiosos del arte y la cultura, destaca Maximiliano II (1811-1864) como promotor incansable de las ciencias. Así, el Rey, que habría preferido ser profesor de historia, trajo a numerosos eruditos de toda Alemania a la universidad de su capital de estado. Por otra parte, fundó el Museo Nacional Germánico en Núremberg, así como el Museo Nacional Bávaro en Múnich, reformó la Enseñanza y creó también la Fundación Maximilianeum, que toma su nombre del monarca.
Como príncipe heredero, Maximiliano ya había concebido el plan de crear una institución de apoyo a jóvenes estudiantes. Cuando subió al trono en 1848, inició los trámites para llevar a cabo su ambicioso proyecto. El Parlamento le negó tenazmente los medios necesarios, de modo que finalmente el Rey recurrió a sus arcas privadas cuando fundó el Ateneo en 1852 (>> Reglamento Interno), que fue renombrado cinco años más tarde con la denominación «Real Maximilianeum». El atributo «real» desapareció como consecuencia de la Revolución de Noviembre de 1918. Desde entonces la institución tiene su nombre actual.
Objetivo de la Fundación
El Rey asoció con esta Fundación el objetivo de reclutar para el servicio público superior a los 26 mejores estudiantes de bachillerato de toda Baviera, independientemente de su situación y de la renta de sus padres. De este modo, daba a aquellos alumnos que superasen el riguroso proceso de selección la posibilidad de cursar unos estudios en la Universidad de Múnich libres de preocupaciones materiales. Al principio, Maximiliano obligaba a los becarios a estudiar Jurisprudencia, pero a partir de 1860 permitió que optaran por otros estudios, excepto los de Medicina y Teología para el sacerdocio, que siguen siendo las excepciones.
Los primeros becarios vivieron en una modesta casa de alquiler cerca de la Universidad bajo la dirección de Anton Hannecker (>> Directores), y desde 1874, en el Maximilianeum, un edificio representativo construido en estilo renacentista que cierra la calle Maximilianstraße por el este. Hasta 1918 los estudiantes compartieron el edificio con la Pagerie Real, la escuela de los jóvenes nobles bávaros. Hasta el inicio de la II Guerra Mundial, el Maximilianeum alojó una galería abierta al público en la que se exponían 30 cuadros históricos y 24 bustos de mármol de importantes personalidades de la Historia de la Humanidad. El edificio, los bustos y los cuadros siguen perteneciendo a la Fundación. La base jurídica es un Acta, de 20 de agosto de 1876, con la que Luis II de Baviera (1845-1886) otorgó a la Fundación su aún válida forma jurídica. Las disposiciones detalladas se han añadido al Acta con las Cláusulas Básicas del Real Maximilianeum.
La Fundación Maximilianeum vivió la época más turbulenta de su historia en el periodo de entreguerras. Por una parte, salió airosa tras la caída de la monarquía porque Maximiliano II había ordenado que ante esa situación, el protectorado de la Fundación pasara al Rector de la Universidad Ludwig Maximilian (LMU). Sin embargo, la Fundación se vio muy afectada por la gran inflación de los años 20, durante la cual perdió todos sus fondos de un millón y medio de marcos imperiales. Puesto que la institución no podía mantenerse con el dinero de las entradas que cobraba a los visitantes de la Galería, algunas partes del edificio fueron alquiladas y los becarios debían pagar un óbolo mensual por el privilegio de vivir allí.
En el Tercer Reich la Fundación se enfrentó, junto al prolongado problema de las arcas vacías, al intento de imponer la política de uniformización. La institución se defendió de los intentos de uniformización, como lo hizo, por ejemplo, de las pretensiones de algunos altos cargos nazis de ubicar una oficina del partido en el Maximilianeum. La Fundación como institución no compartía las ideas del Nacionalsocialismo y perdió por arresto político a uno de sus miembros, Eduard Hamm (1879-1944), que había sido Ministro de Economía de la República de Weimar. Sin embargo, algunos antiguos alumnos se consagraron a la política del nazismo. Entre ellos estaban Theodor von der Pfordten (1873-1923), que perteneció a los camaradas de Hitler que murieron en 1923 ante el Feldherrnhalle, y Franz Gürtner (1881-1941), becario de la Fundación que fue Ministro de Justicia del Tercer Reich entre 1932 y 1941.
El Tercer Reich estuvo a punto de acabar con la Fundación. Debido a los daños causados al edificio durante la II Guerra Mundial, la institución se vio ante dificultades económicas casi insuperables. La salvación llegó finalmente en 1949. Entonces el Parlamento y también el Senado (disuelto en 1999) se instalaron en el Maximilianeum como nuevos inquilinos. La crisis estaba superada y los órganos estatales habían encontrado un hogar después de que el modesto edificio parlamentario, sito en el centro de la ciudad, fuera destruido en la Guerra. A pesar de las tensiones ocasionales, la simbiosis de la Fundación y el Parlamento se ha afianzado durante las últimas décadas.
Cuando Maximiliano II creó la Fundación en 1852, solamente los hombres podían estudiar en las tres universidades que había en Baviera en aquella época. De ahí que el Documento Fundacional restrinja la ayuda a «jóvenes varones con gran talento». Tras la apertura de las escuelas universitarias a las mujeres a principios del siglo XX, esta cláusula se tornó anacrónica. Sin embargo, la ayuda a las estudiantes se hizo esperar hasta 1980. La disposición jurídica por la que las actas de las fundaciones no deben ser modificadas fue la responsable de ello. La única posibilidad para admitir también a becarias consistía en crear una Fundación concebida únicamente para mujeres. Para ello se necesitaba dinero, y eso es lo que lamentablemente faltó durante mucho tiempo. En 1980, gracias a la generosidad de Herzog Albrecht, se pudo crear la Fundación Jubileo Wittelsbacher. (>> Acta Fundacional de la Fundación añadida)
Dado que en el Maximilianeum no se disponía de espacio suficiente, las becarias tuvieron que alojarse en un internado cercano durante 14 años. Tras la conclusión de las obras del nuevo edificio en 1994, la separación física de ambas fundaciones llegó a su fin. Desde entonces todos los estudiantes becados –una media de 45, de los cuales menos de la mitad son mujeres– viven bajo el techo del Maximilianeum.